Adaptaciones de las plantas
para resistir el verano
El verano es una época muy difícil para la vegetación mediterránea continental, pues coinciden la época más seca con la más calurosa. Por eso, muchas especies han desarrollado diferentes adaptaciones para hacer frente al calor, la sequía y la insolación.
La flora mediterránea ha desarrollado durante millones de años adaptaciones únicas para evitar al máximo la pérdida de agua, reduciendo, además, el coste energético. Así entran en estado de "stand-by" hasta que las condiciones meteorológicas las vuelven
a favorecer en primavera y otoño.
Algunas adaptaciones de las plantas al clima mediterráneo:
- Pérdida de hojas: caducifolias estivales. Así consiguen reducir el gasto energético y la pérdida de agua, por lo que, en verano, no presentan su aspecto más frondoso.
- Reducción del tamaño de las hojas. Cuanto más pequeñas son, menor transpiración.
- Hojas cubiertas de cera que impermeabiliza su cutícula.
- Pelos glandulares con aceites esenciales.
- Esclerofilia: hojas duras y perennes todo el año. Es el caso de la encina, que puede controlar la pérdida de agua a través de sus estomas protegidos por gruesas capas de cutícula.
- Algunas plantas pasan el verano en formas de latencia, como rizomas, bulbos o tubérculos.
- Espinas: algunas hojas y tallos se han transformado en pinchos que protegen sus hojas del ramoneo.
En definitiva, el aspecto seco de muchas plantas que vemos en algunas recreaciones del Jardín Botánico de Castilla-La Mancha durante el verano
no significa que estén descuidadas. ¡Todo lo contrario!
Estas plantas se encuentran descansando, a la espera de las primeras lluvias del otoño. Son especies únicas que han sabido adaptarse a los cambios meteorológicos de nuestro clima tan cambiante.