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8-12. Ecosistemas azonales. Laguna salobre, albardinares, estepas yesosas y matorral halonitrófilo.

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Un puzle de ecosistemas con una larga y valiosa historia natural.

Hace aproximadamente 6 millones de años, durante la llamada crisis salina del Messiniense, el mar Mediterráneo quedó aislado del océano Atlántico debido al levantamiento tectónico de las cordilleras bética (sur de Iberia) y rifeña (norte de Marruecos). Este evento provocó la desecación de las aguas en amplias extensiones. Los nuevos hábitats azonales* que surgieron constituyeron un desafío para la flora local que, poco a poco, consiguió extenderse por el lecho seco emergido del mar, acompañadas, además, de la colonización natural de especies asiáticas que, con la retirada del mar, se extendieron hasta el oeste de Europa. Evolucionaron así nuevas especies capaces de vivir en suelos hipersalinos, las plantas halófitas, o repletos de yesos, las plantas gipsófitas, sustratos en ambos casos muy adversos para el desarrollo de la vida. Las plantas descendientes de aquella flora pueblan hoy día los saladares y estepas yesosas continentales del interior peninsular, sobre los que reina, además, un clima mediterráneo semiárido. A la sequía impuesta por el clima hay que sumarle la elevada fuerza osmótica con la que estos suelos retienen el agua y la toxicidad provocada por la gran concentración de sales. Las plantas han sido capaces de colonizar estos ambientes mediante diversas estrategias adaptativas: suculencia, absorción selectiva de iones por las raíces, excreción activa de sales por glándulas foliares… Se podría decir que estas plantas son capaces de extraer agua de los suelos salinos mediante ósmosis inversa. Aunque poco productivos, por el estrés ambiental, y de apariencia discreta, por la ausencia de plantas de gran porte, estos hábitats próximos a la frontera de los semidesiertos son de gran valor evolutivo y ecológico y actualmente están protegidos por directivas europeas y regionales.


El manejo de estas recreaciones en el jardín botánico requiere un seguimiento y un cuidado exhaustivos, dada la elevada especialización adaptativa de las plantas de estos hábitats. Así, la concentración de sales en el suelo se revisa y corrige periódicamente, con distinta pauta en cada uno de ellos: en los márgenes de la laguna salobre el acondicionamiento edáfico se realiza dos veces al año, mientras que en el albardinar del entorno cada dos, o cada cinco u ocho años en el resto de las colecciones azonales. El resultado es una zonación clinal* de ecosistemas que, si bien no son particularmente vistosos, poseen enorme singularidad y valor ecológicos.


9. Laguna salobre

Se trata de la zona más baja de los ecosistemas azonales, donde se acumula el agua con sales disueltas, muchas veces de forma estacional, en cuyo margen aparecen plantas halófilas, amantes de los suelos salinos, como Typha domingensis, Limonium carpetanicum, Schoenus nigricans, Scirpus maritimus, Juncus maritimus, Juncus subulatus, Frankenia thymifolia y Sonchus crassifolia… Este tipo de plantas son capaces de habitar en suelos estacionalmente húmedos con una gran concentración de sales, a los que han conseguido adaptarse tras miles de años de evolución.


10. Albardinar de Ocaña

Para la recreación de este hábitat dominado por el albardín (Lygeum spartum) y protegido por directivas europeas, se ha tenido en cuenta su tendencia natural a ocupar las zonas bajas del territorio, normalmente junto a estepas yesosas y saladares, cuyas evaporitas son arrastradas por la lluvia. El albardín es una gramínea perenne, rizomatosa, propia de suelos pobres en nutrientes, salinos o yesíferos, que crece en todo el Mediterráneo. La etimología de su nombre científico hace referencia al principal uso que han tenido las fibras de esta planta (trenzado, cordelería y cestería), ya que Lygeum viene del latín lygos, atar o ligar, y spartum se refiere al parecido que tiene esta planta con otra de su misma familia, el esparto o atocha (Stipa tenacissima). De hecho, localmente recibe otros nombres como falso esparto, esparto hembra, atochín…

Acompañando al albardín, se encuentran algunas especies halófitas arbustivas y herbáceas como Bassia prostrata o Senecio auricula, un endemismo íbero-norteafricano que, en la península ibérica, crece en estepas subsalinas y yesosas, acompañando a albardines. En Castilla-La Mancha, se ha citado en las provincias de Ciudad Real, Toledo y Albacete. Además, también se han incluido diferentes especies de Limonium (acelgas saladas), como L. cossonianum o L. thiniense.


11. Matorral halonitrófilo

Los matorrales halonitrófilos se originan en áreas con altas concentraciones de sal en el suelo y aporte extra de compuestos nitrogenados, al tratarse de zonas de paso habitual de animales. Las plantas que crecen en estos hábitats, exclusivos del mediterráneo occidental, son de hábitos esteparios y gustan de suelos alterados y ambientes secos, en vaguadas, laderas, depresiones... donde se acumulan materiales salinos y elementos nitrogenados, por lo tanto, se enfrentan a una doble excepcionalidad osmótica, lo que las hace únicas.

En general, la mayoría de especies de los matorrales halonitrófilos son amarantáceas como la orgaza (Atriplex halimus), la barrilla, sosa o sisallo (Salsola vermiculata) o el sisallo rojo (Bassia prostrata). Acompañándolas, también se pueden ver ejemplares de ontina (Artemisia herba-alba).


12. Estepa yesosa de Ocaña

En la zona más alta de los hábitats azonales, en el lado opuesto a la laguna salobre, se ha recreado una estepa yesosa ibérica, con matorral especialista que habita los afloramientos edáficos de yeso o aljezares. Estas comunidades están formadas por especies gipsófilas estrictas (exclusivas del sustrato yesoso) como Gypsophila struthium, G. bermejoi, Lepidium subulatum, sisallo rojo (Bassia prostrata), Brassica repanda subsp. gypsicola… o facultativas (con capacidad de vivir también en sustratos zonales), como el esparto (Stipa tenacissima) o el alhelí triste (Matthiola fruticulosa)… La desaparición de los depósitos de yeso con la elevación del terreno da paso a especies generalistas calcícolas mediterráneas como romeros (Rosmarinus officinalis), salvia española (Salvia lavandulifolia) y cistáceas (Helianthemum hirtum, Cistus albidus, C. clusii), entre otras.

Este es el hábitat del pítano (Vella pseudocytisus subsp. pseudocytisus), planta en peligro crítico de extinción que cuenta con un plan de recuperación en Castilla-La Mancha. Se trata de una crucífera (brasicácea) arbustiva, endémica del centro peninsular, que vive en las estepas yesosas en torno al tramo medio del Tajo, en el norte de la provincia de Toledo (Ocaña, Ontígola, Villarrubia de Santiago…) y el sur de Madrid (Aranjuez). Es una gipsófita estricta, capaz de vivir en ambientes extremadamente secos debido a la escasez de precipitaciones durante buena parte del año y a la retención del agua edáfica por el fuerte potencial osmótico del suelo yesoso. El pítano está amenazado por la expansión urbanística, las roturaciones y las repoblaciones que se han realizado en su hábitat.

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El Jardín Botánico de Castilla-La Mancha es un espacio museístico localizado en Albacete (España). En él se recrean más de 40 comunidades vegetales de la comunidad autónoma, todas ellas protegidas por normativas europeas y regionales, mediante un manejo de jardinería ecológica reconocida según estándares de excelencia por CAAE.

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