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27 y 28. Sabinar de parameras

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La sabina albar crece en parameras con suelos frágiles y esqueléticos, por ello los sabinares están protegidos por normativa europea.

Las parameras calizas ofrecen uno de los entornos de continentalidad más pronunciada en el interior de la península ibérica. No son muchas las especies capaces de adaptarse a las condiciones extremas de frío invernal y calor y sequía estival, en combinación con el efecto limitante de los suelos pedregosos, de escasa profundidad, que predominan en estos altiplanos. La sabina albar (Juniperus thurifera), por su frugalidad, crecimiento lento, longevidad, control de la transpiración y gran desarrollo de su sistema radicular, entre sus principales rasgos, sustituye a otros árboles (encinas, quejigos, pinos) en estos ambientes adversos.


Estos sabinares ocupan cotas entre los 1000 y los 1800 m de altitud, formando generalmente bosquetes abiertos como consecuencia de las limitaciones del medio y la intensa competencia subterránea entre árboles, bajo los cuales se instala un sotobosque a base de arbustos enanos o de porte almohadillado, resistentes al frío, y una comunidad de herbáceas anuales y vivaces, con abundancia de praderas de gramíneas y plantas nitrófilas*, favorecidas por el pastoreo extensivo al que se han sometido tradicionalmente estos sistemas, improductivos para otros aprovechamientos. En Castilla-La Mancha, las mejores manifestaciones de estos hábitats se pueden ver en la Serranía Baja de Cuenca (Buenache de la Sierra, La Cierva, Tierra Muerta…) y en los páramos de Molina de Aragón (Maranchón, Torremocha del Pinar, Selas…).


Por su carácter de vegetación potencial en entornos limitantes para otro tipo de bosques, la fragilidad de los suelos esqueléticos donde suelen vegetar y su difícil regeneración natural, los sabinares albares están protegidos y considerados como hábitats prioritarios en la Directiva 92/43/CEE.


Para su recreación, acompañando a la sabina albar (Juniperus thurifera), se han implantado especies propias de estos entornos continentales en pequeños parterres, como enebro común (J. communis subsp. hemisphaerica), agracejo (Berberis vulgaris subsp. seroi), aulaga (Genista pumila subsp. rigidissima), el arto o espino de tintes (Rhamnus saxatilis), la aliagueta (Hormathophylla spinosa), rabogatos (Sideritis spinulosa, S. linearifolia, S. hirsuta), la salvia española (Salvia lavandulifolia), el espliego (Lavandula latifolia), diferentes tomillos (Thymus zygis, T. bracteatus), la artemisia plateada (Artemisia assoana), la candilera (Phlomis lychnitis), el aguavientos (P. herba-venti), los camedrios (Teucrium chamaedrys), la manzanilla borde (Santolina chamaecyparissus), el cojín de monja (Erinacea anthyllis)


En la zona alta de la recreación, se observan sabinas rastreras (Juniperus sabina), especie adaptada a las zonas de alta montaña, y pino albar (Pinus sylvestris).


*Plantas nitrófilas: aquellas que prosperan en suelos ricos en nitrógeno y nitratos. Se desarrollan comúnmente en áreas alteradas por la actividad humana, como bordes de carreteras, márgenes de cultivos, escombreras y alrededores de establos.

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El Jardín Botánico de Castilla-La Mancha es un espacio museístico localizado en Albacete (España). En él se recrean más de 40 comunidades vegetales de la comunidad autónoma, todas ellas protegidas por normativas europeas y regionales, mediante un manejo de jardinería ecológica reconocida según estándares de excelencia por CAAE.

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